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Diseño en los desarrollos sociales de la Cultura Artística
1_Salone Satellite 09, aplique de luz radial
A continuación se presenta una miscelánea de contribuciones a la relación existente hoy entre Arte y Diseño, surgida en el ámbito de la asignatura Diseño, imagen corporativa e identidad visual, del máster oficial en Desarrollos sociales de la Cultura Artística (1). Estas opiniones iniciadas en clase y continuadas en un foro virtual, parten de un texto expuesto en esta última sesión del curso sobre el tema: Arte y diseño: componente estética y social del diseño en la cultura contemporánea. El citado texto, de quien imparte esta asignatura, y titulado Diseño como vanguardia del arte de nuestro tiempo y pendiente de publicarse por una revista de Arte, promovía una dinámica de reflexión y opiniones desde la situación personal de cada uno de los asistentes, que en este caso son destacados graduados de diferentes disciplinas y buena parte de ellos con una considerable experiencia profesional en los ámbitos del arte, la estética, la comunicación, las bellas artes, el diseño e incluso la economía.
Las citadas contribuciones se presentan, por tanto, como breves artículos de opinión bajo el titular que le han dado como tema de entrada que sus autores le han dado en el foro, y que incluyen respuestas como opinión a éstos del resto de participantes en el mismo.
La conexión entre Arte y Diseño quedó ampliamente resuelta en la última parte del siglo pasado (2) y no resulta un conflicto superponer ambos conceptos, si identificamos las razones y los casos en que se unifican y se distancian. La propia permeabilidad de los límites entre Arte y Diseño determina que sea la dialéctica el único procedimiento para definir las coincidencias y disparidades entre uno y otro concepto. Por ello, el mejor sistema para estudiar esta conexión es el género clásico del diálogo, producto del modelo platónico que en su momento nos sirvió para analizar la relación entre arte y publicidad: ¿Sería el diseño gráfico un invitado más al banquete de las Bellas Artes? (3). La misma metodología que Bruno Munari empleara como base de partida para desarrollar y comparar las cualidades propias del artista y del diseñador, desde su especial trayectoria como artista y diseñador igualmente reconocidas, y en cuyo diálogo fuera del tiempo y del espacio se ponían en juego opiniones de diferentes épocas e ideologías, desde Shafttesbury a Mao Tse-Tung, desde Toulouse-Lautrec a Freud, desde Picasso a Kant (4). Anna Calvera retoma posteriormente el estado de la cuestión, reeditando este texto de Munari como uno de los capítulos de un libro conjunto que coordina, para elaborar un pequeño tratado de esta cuestión (5) y poco después un amplio estudio de la componente estética (6).
Es mucho más asequible definir los valores que el diseño puede llegar a tener de arte que concretar lo que define el arte de hoy. Sin polémica ya, más que la que pretenden mantener algunos interesados en defender su ‘profesionismo’ —más teórico que práctico— y pretendida clase dominante, por encima de los profesionales cuyo mejor argumento es realizar el diseño competitivo que les legitima y que en determinados casos logra alcanzar plena consideración como arte (7). Evidentemente, la actividad del diseño y del arte están plenamente diferenciadas, como exponen verdaderos representantes de esa escuela suiza: Yves Zimmermann, Otl Aicher, Adrian Frutiger, e incluso algunos más alejados geográficamente como Bob Noorda. Pero esa clara diferenciación es, precisamente, la que ha hecho avanzar al diseño en su competitividad metodológica, su consideración profesional y su valor estético actual.
2_Sillas Edra, en el stand de esta empresa de mobiliario. Salone, Milán 2009
Artista y designer
María Rodríguez Suárez
En el texto Mesa redonda fuera del tiempo y del espacio de Bruno Munari, el autor se imagina un debate ficticio entre diferentes filósofos, artistas, arquitectos e historiadores de diferentes épocas, que discuten sobre lo que significa o puede significar el termino Arte. Hace un recorrido que va desde Kant a Freud, pasando por Lewis Mumford, McLuhan, Picasso o Degas, nos lleva a pensar que este término siempre va a responder a los planteamientos estéticos de cada momento, así como a los rasgos sociales, políticos, económicos y culturales de cada época.
Este concepto no ha sido homogéneo a lo largo del tiempo, es un constructo cultural, que ha ido forjando una idea de Arte que todavía prevalece, aunque cada vez de forma más compleja en nuestros días. Este sistema ha ido incorporando nuevas técnicas y nuevos materiales debilitando la idea de arte, tal y como hasta hoy la entendíamos, provocando un gran caos donde los viejos valores han decaído y los nuevos se presentan como difusos, irreconocibles.
Los estudiantes ficticios del texto, proclaman la muerte del arte. En mi opinión el autor es consciente del esfuerzo que supondría olvidar los dos grandes bloques de arte y diseño, separados cuando esta noción de “Arte con mayúsculas” empieza a surgir en Europa. En mi opinión, habría que dar la posibilidad a la gente de participar de distintas obras artísticas, situándose más allá de las viejas divisiones y dar la posibilidad de que lo que muchos críticos llaman “muerte” del arte no será sino el final de una determinada institución social que se remonta al siglo XVIII.
Arte y Diseño: El paragone del siglo XXI
Ana Moreno
Este artículo, como mencioné en clase, me recordaba al paragone, un tipo de género utilizado por la Teoría del Arte renacentista, sobre todo del siglo XVI, en el que se comparaban las tres artes y el carácter específico de cada una de ellas, en muchos casos a través de la supremacía de una sobre las otras. Este tipo de discurso fue el utilizado por Vasari, entre otros, que dividiría la introducción a Las Vidas (una biografía de artistas) en tres apartados, uno por cada arte: de la Arquitectura, de la Escultura y de la Pintura.
Para Giorgio Vasari, la arquitectura es la más noble de las artes y, a su vez, la pintura superior a la escultura. Menciona la disputa suscitada por aquellos que creen en la supremacía de la escultura sobre las demás artes, apoyándose éstos en argumentos entre los que se encuentran el hecho de que las cosas son más nobles y más perfectas cuanto más se acercan a lo real y que, en este caso, es la escultura la que mejor imita la forma real en comparación, por ejemplo, con la pintura que sólo cuenta con una iluminación única y muestra tan sólo una apariencia.
¿No es todo esto producto de su época? En el Renacimiento la mayor parte de los artistas eran contratados para producir una obra siguiendo las indicaciones estrictas de sus comitentes; como en el diseño, los “artistas” tenían un planteamiento de inicio, una metodología en su proceso de desarrollo y una finalidad, que ahora es reconocido como un producto artístico, pero no en su tiempo, aunque muchos de los artistas alcanzaran una gran fama.
Para Leonardo, siguiendo el método del paragone, la pintura era superior a las otras artes, así decía “la pintura es superior a la poesía, aunque, por no saber los pintores hacer valer su razón, quedó por mucho tiempo la pintura sin abogados, pues ella no habla. (...) La poesía, por su parte, aboca en palabras, de las que se sirve para a sí misma alabarse con brío". Para él, de entre los cinco sentidos, el de la vista era también el más perfecto.
El diseño, como nueva disciplina, parece que tuviera que encontrar un lugar entre las bellas artes para hacer reconocer su carácter artístico pero, en realidad, un buen producto de diseño, de arquitectura o pintura, no es mejor por el formato, las condiciones o el método de trabajo que ha dado lugar a su producción, sino por el resultado final que con el paso del tiempo es el que —quizá con cierta crueldad y siguiendo el gusto del momento— los considera arte o no, independientemente de la disciplina a la que pertenezca, especialmente a partir de las vanguardias y en las últimas décadas del siglo XX, con la inclusión de las tecnologías en la producción artística que ha dado lugar a un nuevo tipo de arte totalmente reconocido como tal.
Desinterés, referido al juicio sobre el gusto
Jesús del Río
El desinterés es kantiano, y se refería al juicio sobre el gusto. Una de las cualidades que debía tener un buen crítico frente a una obra es el desinterés, que la obra no le afecte. Hume había hablado de cinco cualidades del crítico, en La norma del gusto. Kant añadió el desinterés, un cierto distanciamiento, que en el fondo pienso que nos hizo la puñeta a todos, porque el arte o el concepto de obra de arte comenzó a alejarse de la sensibilidad, se elevó, se dignificó, se metieron las obras en los museos, democratizándose su disfrute, pero era y es un disfrute distante, casi lejano, donde se anulaban las emociones. Bueno, puedo liarme mucho con esto, porque realmente me tiene preocupado.
Me parece interesante lo que dice Jauss, quien pretende recuperar el espíritu afirmativo de Marcuse para poner de nuevo en su sitio al placer estético, frente a la devaluación que ha sufrido la sensibilidad. Pienso que el arte tiene que ver con la conmoción estética, con la irrupción instantánea de una impresión, como diría Kleist "algo incomprensible viene al mundo".
Por estas razones creo que estamos en un momento oportuno, para establecer unos criterios distintos respecto a lo que hay que tener en cuenta en el arte, y permitir que otras disciplinas, como dice Ana, puedan ser consideradas Bellas Artes, en base a su resultado final. ¿Y no puede ser su resultado final lo que impacte en nuestra percepción, en nuestra sensación, en nuestro goce?
Creo que es el momento de que el Arte, y con él la Estética, recuperen la importancia de los sentidos y, lejos del puritanismo distante e indiferente, se sumerjan en la conmoción que produce la obra. El arte va siendo más efímero, inmediato, utilizable, versátil, y en este sentido el Diseño tiene mucho que aportar. El aura de Benjamin y el elitismo de Adorno empiezan a quedarse en una vía muerta.
Nadie puede negar que los productos que salieron de la Escuela de la Bauhaus hace ya casi 9 décadas, desde el edificio de Gropius, los carteles publicitarios de Feininger o las fotos de Moholy-Nagy, pasando por las sillas de Marcel Breuer o Mies van de Rohe, son considerados hoy en día ARTE con mayúsculas.
Personalmente no me interesa demasiado, ni creo que sea necesario, un debate en el que se dictamine qué tipo de objetos son arte dependiendo del procedimiento mediante el cuál se han realizado, sino el resultado en sí mismo.
Diseño gráfico y arte epitelial, crónica de una muerte anunciada
Santiago Curci
Que estamos en medio de un cambio epistemológico respecto al arte, creo que nadie lo cuestiona.
Que el concepto de arte ha cambiado de paradigma luego de las heridas o retoques que han logrado las corrientes de vanguardia principalmente, creo que también es consensuado.
Ahora bien, hablar sobre el arte se torna bastante difuso, pero no así imposible.
Comencemos entonces citando palabras de Adorno, “nada referente al arte es evidente” (Teoría Estética, p. 9).
Personalmente soy el primer defensor de la des deificación elitista del arte. Parto de la base de un discurso de unificación y respeto por los iguales. Ahora bien, esto no quiere decir que vea con buena cara la continua conversión de todo nuestro mundo de vida en material de consumo. Obviamente la cultura no puede escaparse de dicho proceso, convertida ya en “industria cultural” y promoviendo como fin último la falta de discurso crítico, el goce de la piel, de lo superfluo, la obnubilación sistemática. Parece ser que Adorno concuerda con esta línea de razonamiento, a saber: “Defensor de las vanguardias... De allí su interés su interés por un artista como Picasso, quien, al pintar Guernica (1937), más allá del realismo vulgar, logró expresar, quizá como ningún otro, las ‘heridas sociales’” (8).
Ahora bien, “Después de haberse liberado de la teología, de la metafísica y de su función de culto, el arte queda ahora sometido al mercado, sirviendo de vehículo del poder. Si en la sociedad tecnocrática y consumista todo puede venderse ¿por qué no el arte? (9).
Pues bien, a mi entender muy a groso modo lo que propone el autor (identificado con el arte Dada) es una defensa a la construcción de una nueva noción de arte que no tiene nada de elitista, sino más bien todo lo contrario. Hay que tener en cuenta que Adorno es músico y observa con preocupación la instalación de esta lógica de “industria cultural” en todos los ámbitos de la sociedad. Ante la constante estandarización de la cultura en general, Adorno propone educación y reflexión antes que aceptación pasiva del statu quo.
Obviamente el discurso de dicho autor es bastante más complejo y a medida que se comprende puede lograrse si no una conciliación con el mismo, al menos extraer alguna herramienta que posibilite un mejor análisis o acercamiento de la “realidad artística”. Continuando entonces en esta línea de pensamiento, nos encontramos en un punto de desinterés generalizado, el cuál entiendo principalmente como respuesta a esta lógica en la que se ve inserta nuestra realidad en general. Qué interés puede suscitar algo que es vacío en su esencia, que carece de espíritu crítico y que como mencionaba anteriormente seduce a una fruición de piel, superficial, hasta que me aburra y cambie por otra más nueva y así continuar el ciclo ¿De qué sirve una persona hermosa estéticamente, o sea, que encierra los cánones de belleza ideales de nuestra cultura, si no tiene nada en su pensamiento que me despierte interés? Sirve sólo para eso, para satisfacer superficialmente mis deseos momentáneos, hasta que aparece una propuesta mejor y la cambio ¿Es muy rebuscado pensar que hasta las personas son objetos de consumo?
En fin y resumiendo, no me interesa hacer una distinción entre arte y diseño. Si bien el arte ipso facto no se ha desprendido de nociones que arrastra de su pasado victoriano y como toda regla, también presenta excepciones. Parafraseando a Munari, prefiero designar a los artistas contemporáneos como “operadores visuales” (10), obligados por la lógica de la Industria Cultural, de la Era de la Información.
Ahora bien, consciente de esa lógica quiero seguir pensando que se puede diferenciar en la construcción de mensajes con intención crítica–reflexiva y no sólo con el fin de mejorar la estética de un producto para aumentar sus ventas. Por eso me interesa transitar el camino de la reflexión crítica y no de la aceptación estandarizada del status quo. Y en el diseño no veo más que una herramienta de perfeccionamiento estético al servicio de un sistema de superficialidades generalizadas. Para ilustrar un poco la línea de mi razonamiento y como corolario aclaro que soy diseñador gráfico y soy el primer crítico de mi profesión, porque ante la realidad delicada que nos toca enfrentar pueden tomarse dos caminos bien sencillos: la aceptación hipócrita o la crítica hipócrita.
“Habemus capitalismo tardío. Ojo de gran hermano, panóptico, contador de centavos, hipersoledad, retórica y que menos importante que indagar entre la celulosa o la silicona? Más retórica, paja mental. El medio es el masaje. No hay como relativizar nuestras conductas, porque quién dijo que internet es comunicación? Quién dijo que es su objetivo último; o acaso su acercamiento es parte de su polaroid de consumo, de la inmediatez de su piel, sólo piel. Identidad de power ranger, de adulto bobo, de adicto, de señor travestido en Emo, en flujos de música que no se escucha. Libertad (01010101110) mis testículos” (11).
¿Arte o diseño? Revisión de conceptos
Cristina Zorita Rodríguez
La cuestión primordial no sería tratar de dilucidar si el diseño puede ser considerado como arte o no, sino que se trataría de revisar lo que entendemos hoy en día por arte y, una vez alcanzado un punto de consenso, opinar con conocimiento de causa.
El concepto de arte es visto como algo confuso y variable a lo largo de los tiempos. No es algo estático, sino que evoluciona de forma dinámica con el transcurrir de la Historia.
Posee un carácter ambivalente ya que es tanto un producto inherente, y por ello, con tintes subconscientes, a la propia naturaleza humana, como una construcción consciente y consensuada en cada momento histórico.
Vemos así como el arte griego estaba enmarcado dentro de unas premisas muy concretas, al igual que el arte egipcio, el arte medieval o el arte barroco, por concretar algunos ejemplos.
Esto no quiere decir que no se pudieran distinguir diferentes tendencias y formas de hacer según autores y momentos concretos, pero lo que sí se puede afirmar es que todas estas formas de producción artística tienen en común el hecho de tener muy claras unas delimitaciones en torno a lo que debía entenderse como arte.
Esto no sucede en la actualidad. A raíz de las vanguardias artísticas nos encontramos con una situación opuesta a las anteriores en la que, lejos de tener delimitados unas pautas para la construcción y entendimiento del concepto de arte, cualquier solución se nos presenta como válida.
En esta situación, el arte queda como algo más difuso de lo que de por sí ya pudiera ser. No obstante, si tratamos de abordar esta situación de caos, podemos encontrar paralelismos entre el supuesto hecho artístico (entiéndase aquí como creatividad canalizada en general) y la actividad denominada diseño, que también implicaría altas dosis de creatividad.
Los detractores del diseño como arte podrían alegar que, por tratarse de una actividad que, en su mayoría se guía por el mecanismo de encargo-producción o, al menos, con fines de marcar tendencia y modificar los patrones productivos anteriores, como en el caso concreto de la moda, la creatividad no dejaría de estar al servicio de las exigencias de un hipotético cliente o público.
Sin embargo, este hecho no dejaría de ser uno de los límites de producción de los que hablábamos al mencionar formas de arte anteriores. Si el concepto de arte es tan abierto como parece debería admitir el diseño como una forma más “ordenada” y pactada de canalizar la creatividad, algo que históricamente tampoco le ha sido ajeno al arte.
Por tanto, no seremos capaces de llegar a una conclusión satisfactoria respecto al diseño como arte, únicamente podremos emitir opiniones en base a lo que cada uno como individuo considera como arte.
Diseño-Arte
Isabel María Alba Nieva
Siguiendo la línea de explicación de Larry Shinner en La invención del arte, llego a la conclusión que “arte” es una categoría que otorgamos a un objeto. Por tanto, es una forma más de clasificar, en muchos casos de sobrevalorar, un objeto que servirá para generar diversos ámbitos del consumo; no es lo mismo el agente de arte, el que va a un museo a ver las obras, el que es crítico, el que compra los libros o el que se puede permitir comprar la obra de arte en sí. Este universo está muy bien dibujado en el libro de Juan Antonio Ramírez: Ecosistema y explosión de las artes; el mundo del arte tiene una estructura compleja que es la que determina quién pertenece o no a esta clasificación privilegiada.
En cambio, el diseño tiene claro su destino funcional, aunque no por ello deje de reconocérsele, en el caso de que las posea, cualidades plásticas que le ayuden a alcanzar la categoría de arte.
Como ejemplo podemos utilizar el fenómeno de la moda y sus diferentes categorías o niveles, que he clasificado de la siguiente manera:
_diseño de moda (escrito con minúscula): hace referencia al sector de moda que no tiene más valía que la de seguir unas tendencias que se comercializan de manera global y con precios muy asequibles.
_DISEÑO (con mayúscula): es cuando las prendas pasan por un elaborado estudio de la forma, color y texturas. Los productos de esta clasificación comienzan a ser un lujo para muchos consumidores y es tratado como un objeto algo más exclusivo. Aquí importa mucho el nombre o la marca.
_Por último el DISEÑO-ARTE: alcanza su plenitud con la Alta Costura, que a menudo creemos que sólo es un objeto publicitario. En este caso, el traje se convierte en un objeto totalmente exclusivo por su forma, material y ejecución. Ahora ya sólo lo pueden adquirir algunos privilegiados que lo compran para darle un uso, que pocas veces llega a ser lucido por segunda vez y como una inversión de coleccionistas. Pero, estas prendas además son las que se convierte en el referente para el diseño de moda.
Al final, hemos hecho un círculo cerrado que considero que es lo que sucede en cualquier ámbito del diseño-arte.
Arte y diseño: una posibilidad de convivencia
Dioni Palacios Caballero
Arte y diseño son dos palabras, dos conceptos, más allá de significantes con significado: dos formas de vida que conviven en la mía, en constante pugna pero con un respeto mutuo. Mi reflexión sobre la relación entre arte y diseño es la de alguien con una doble vida separada, mi yo artístico (cinematográfico) y mi yo diseñador (gráfico). Esta es la reflexión de alguien que desea poseer la autonomía creadora del arte para narrar, el control total y el poder absoluto sobre la obra, entendido esto como la independencia social para crear. Pero como el arte, de momento, no me arropa hasta las orejas, vivo de mi otro yo que me llena el estómago, el diseño, del que soy dependiente socioeconómico.
El diseño conforma un yo aplicado que escucha, interpreta, aconseja, ejecuta y, posiblemente, corrige, y que depende de un encargo para ponerse a trabajar para aplicar una creatividad mercenaria que se compra y se vende. Me convierto en un desarrollador de proyectos ajenos que como profesional tiene la obligación de analizar detenidamente, de forma minuciosa, para adaptar mis posibilidades creativas a las del proyecto concreto y aplicar las técnicas adecuadas de desarrollo para resolver los problemas que me plantean. Aplico fórmulas creativas, ni mucho menos matemáticas, que aportan una solución estética.
Tengo que ser un lector de mentes, las del cliente mutado a mecenas capitalista y las del público convertido en target destinatario de un producto de consumo que necesita un envoltorio adecuado y amigable para ser comprendido. Soy un empaquetador de ideas, un creador de identidades exteriores a mis inquietudes personales, un profesional técnico que debe conocer la tecnología que tiene a su servicio para crear y adecuarla a unas condiciones que están por encima del estilo, porque el estilo pertenece al proyecto concreto, me diversifico e impregno a cada trabajo de un estilo condicionado para cumplir su función. Ya no tengo fines sociales, ni morales, me vuelvo funcional, vuelvo a la tierra y me alejo completamente de mi yo artístico, fantasioso, que intenta satisfacer mi interior.
Sin embargo, mi interior se muestra satisfecho y enriquecido si mi exterior motivador, mi cliente, considera resuelto su problema cuando le entrego el arte final. Al final, hago arte… me digo…
Arte vs Diseño
María Rodríguez Suárez
En mi opinión el diseño y el arte son dos cosas distintas. El diseño cumple unas funciones específicas y se rige por unas normas y métodos claros, está orientado a dar soluciones a problemas específicos, y siempre cumple una función, aunque también pueda ser objeto de contemplación estética. El arte, por el contrario, no se rige por ningún valor preestablecido, sino que intenta acabar con ellos, no cumple una función claramente definida ni entiende de métodos. Se suele confundir con frecuencia a los diseñadores y a los artistas, aunque únicamente tienen en común algo para mí, la creatividad.
El problema, es intentar definir un término que nunca gozó de una definición exacta. A lo largo de la historia se han considerado y dejado de considerar arte diversas expresiones muy diferentes, y todo esto se complica más tras la segundas vanguardias cuando Marcel Duchamp declaró que “Arte es lo que el artista llama arte.” La complejidad de este debate para mi es definir el término arte, que en la actualidad cada vez es más complejo y cuyos límites, son más amplios. Las instituciones, ayudan a confundir estos dos términos ya que si todo lo que encontramos dentro de un museo de arte, puede ser considerado como tal, algunos diseños de Marc Jacobs o John Galiano ya pertenecerían a este universo.
Tras el debate realizado en clase, mi impresión fue, que nos posicionamos en dos grupos, los que defendían la función social del arte y los que defendían la del diseño. El diseño es más democrático, decían unos, mientras que los otros pensaban en alienación. El diseño puede ser leído de una forma más sencilla, no por ello positiva, para los defensores del arte, que no se fían de un hijo de la economía de producción. El diseño puede ser capaz de unir arte y vida, mientras los otros pensaban en arte público o en vida-consumo. Mi pregunta es en vez de ocuparnos de si el diseño podría gozar de el estatus de arte, ¿no deberíamos ocuparnos antes de cómo los dos procesos se han ido fusionando, cambiando las propias estructuras de los mismos? ¿Cómo uno se nutre de otro, y qué cambios está produciendo ésto? ¿Cómo los dos influyen en la forma de entender nuestro imaginario, y de qué forma lo están haciendo actualmente?
Conceptos contrapuestos
Patricia Trujillo Díaz
Así como la noche y el día se suceden, son dos cosas muy distintas. Lo mismo ocurre con el arte y el diseño. Como muchos ya han mencionado, el concepto de arte ha ido cambiando a lo largo de la historia a una velocidad de vértigo y por ello es imposible definirlo con exactitud. El arte busca su esencia en el sentimiento, pensamientos, en las emociones, en el contexto, en el momento, la realidad de la que se alimenta, así como la realidad que el propio artista percibe. El diseño hunde sus raíces en la manera de comunicar mensajes al público, dirigido hacia un mercado concreto y valiéndose de las artes como función estética. El diseñador crea algo funcional respondiendo normalmente a unas directrices. El diseño sabrá de antemano el resultado que va a obtener, por el contrario el arte es espontáneo, surge durante su nacimiento. “Si ya sabes el resultado de lo que vas a hacer, qué caso tiene hacerlo” (Pablo Picasso).
Siguiendo con las diferencias entre los dos términos, hay algo que sobresale por encima de todo lo demás, el diseñador trabaja para un cliente que le da una cifra de dinero y juzga su trabajo. Un obra de arte puede ser comprada, comercializada y demás, pero no es la razón de su existir. El diseño ha de cumplir una eficacia y como diría Joan Costa: "La eficacia es el objetivo del pragmatismo, no del arte. El diseñador gráfico busca la eficacia en la solución de un problema de comunicación, igual como el diseñador industrial busca la eficacia en un problema de funciones". El artista se aleja considerablemente de estas concepciones y convierte en ocasiones, su afición y vida en un trabajo... ¡Cuántos quisiéramos trabajar en aquello que nos llena!
Posibilidades infinitas
Desiré Aguilar Ruiz
Si tenemos que ver cómo definiríamos la palabra ‘arte’ seguramente no llegaríamos a un acuerdo. Podemos leer mucho, aprender más y seguir leyendo a cuanto teórico queramos, pero sinceramente opino que cada uno de nosotros tiene una visión distinta de lo que es arte y lo que no. Lo que a unos les parece una obra de arte otros pueden pensar que sólo es una obra. No hay un círculo cerrado de un número limitado de ‘cosas’ a las que podamos considerar arte y lo que esté fuera de ese círculo ya no entre en la categoría. Para mí ese detalle es una de las maravillas del mundo del que hablamos. Nada es fijo, todo es susceptible de ser arte. Hay infinitas posibilidades e infinitas formas de que todo el mundo tenga su propia concepción de arte. Es más enriquecedor, ofrece más posibilidades de discusión y ayuda a abrir nuestras mentes a opciones que a lo mejor no habríamos llegado a considerar nunca.
Y luego tenemos el diseño, algo que a simple vista parece más fácil de encasillar en una categoría. Un buen diseño es para mí aquel elemento que, cumpliendo la función para la que ha sido creado, es además atractivo para nuestros sentidos. Que disfrutemos incluso cuando no tengamos que utilizarlo, que disfrutemos sólo porque lo estamos admirando. Y podemos pensar que es arte… ¿Por qué no? Puede serlo, puede que estemos ante una obra que ha sido creada para cumplir una función específica y además nos provoque sensaciones que antes sólo una obra artística nos provocaba ¿Si tenemos esas posibilidades infinitas de arte, por qué el diseño no puede ser una de ellas?
Es la conclusión a la que llego después del debate y de leer todas las opiniones. Arte y Diseño van de la mano, tienen puntos parecidos y puntos totalmente distintos, pero en cierta forma se complementan. Cierto es que están creados con motivaciones distintas: el diseño para cumplir una función específica y principal, con todo el trabajo y estudio previo que eso conlleva; el arte para ser objeto de admiración o deleite, sin tener que cumplir ninguna otra función como ocurre con el diseño. Pero en mi opinión el diseño no sería diseño tal y como lo conocemos hoy día sin la influencia que el arte puede tener en sus creadores (los diseñadores).
Artista-hace arte o Diseñador-diseña
Chih Ying Wang Pam
En mi caso me identifico con el papel de artista, al menos es lo que trato de ser. Es verdad que el artista se deja llevar por sus inquietudes, pensamiento, ideas, emociones, sentimiento, no se rige de ninguna metodología predefinida, ni unas pautas a determinar, sólo atiende a lo que le interesa y como lo quiere expresar. Aunque en cierto modo hay un punto de inflexión en que todo es válido hasta cierto límite. Hoy en día, algunos artistas no ponen ningún límite a su idea de arte, lo que a veces puede llegar a crear polémica y complicar más el concepto. Muchas veces, esta polémica creo que es más un recurso para llamar la atención y darse a conocer mediante una actitud crítica ¿El artista cuya obra es comerse fetos humanos realmente hace arte?
El diseño en cambio es la parte que identifico con el mundo comercial, un instrumento para los objetivos del mercado, como el merchandising o estrategias de marketing. Se rige por una metodología, unas pautas a seguir, según el público al que va dirigido, y dependerá del producto que se quiera introducir en el mercado. Habrá buenos y mediocres diseñadores, igual que ocurre con los artistas, pero el diseñador tendrá que trabajar con unas pautas que define el cliente. Por eso pienso que el diseñador no crea realmente lo que quiere, porque siempre estará orientado a una funcionalidad, un encargo. En el caso de Ágatha Ruiz de la Prada creo que es una diseñadora-artista, puesto que ha creado la línea que ha querido, una que la identifica y la hace diferente de las demás. En este caso sí creo que hay relación entre arte y diseño, aunque si gusta o no sea otro tema que debatir.
Arte y diseño
María Purificación Subires Mancera
Nos planteamos qué es arte, y nos preguntamos si el diseño es arte, pero sin embargo, no nos surgen tantas dudas a la hora de dilucidar qué es diseño. Porque sus objetivos son mucho más claros, porque tiene una funcionalidad en la que el componente económico está mucho más patente y porque existe una relación cliente-diseñador/a mucho más clara y delimitada que en el caso del arte (aunque éste también pueda hacerse por encargo).
El arte puede abarcar muchos campos de la creatividad humana: puede ser arte el cine, puede serlo la fotografía y, también, puede ser arte el diseño. ¿Pero, cuándo es arte y cuándo no lo es? ¿Y qué es arte, realmente? Para mí arte es toda aquella creación capaz de generar en quien lo contempla, escucha, toca, etc. una emoción, aquello que es capaz de transmitirnos algo, de conmovernos, de despertar en nosotros "una llamita interior", independientemente de que sea bello o no lo sea. No tengo otra manera mejor de describir qué es el arte para mí. Quizás pudiera compararse a una especie de enamoramiento. Aunque partiendo de esta concepción tan subjetiva de qué es el arte, basándonos en la propia percepción personal, corremos el riesgo de dejarnos llevar sólo por el gusto de cada cual, y que lo que es arte para mí no lo sea para otra persona. En función, también, de cómo hayamos educado nuestra mirada, de cuáles sean nuestras experiencias, vivencias y conocimientos previos. Yo aprendo a querer y a admirar más una obra artística, cuanto más sé de ella, y cuanto más implicada me siento con ella. Artista es aquella persona que sabe transmitir, que no nos deja indiferentes, que es capaz de conmovernos, de despertarnos de nuestro estado de stand-by y de comunicarnos algo a través de su obra. Y si un diseñador o una diseñadora consiguen todo eso a través de sus diseños, podemos considerar que es arte lo que está haciendo.
No todo diseño es arte. Sólo creo que puede serlo aquel que cumple dos premisas: tener una finalidad artística, más allá de su propia funcionalidad y su sentido estético; y ser capaz de desvelar al público ese doble código que está empleando.
¿Es el diseño arte?
Carolina Monteverde Mateo
El diseño es entendido muchas veces como arte comercial. El diseñador se encuentra sujeto a una serie de requisitos que se deben cumplir en su objeto-producto final y que son impuestos por otra persona, institución, empresa, etc.
Así, la diferencia básica que yo encuentro entre arte y diseño es la intención; porque, como ya he dicho el diseño siempre tiene un cliente, y es precisamente éste el que decide cuál será la intención con la que se ha de hacer, cuál será la lectura que habrá que entender y cuáles los valores para juzgarlo.
Esto también ocurría en el propio arte antes del siglo XX cuando los mecenas o "patrocinadores" de las obras de arte eran casi tan exigentes como lo son los clientes del diseño hoy en día. El arte de nuestros días alberga una potente carga de ambigüedad en muchas ocasiones, privilegio del que no goza el diseño.
Entiendo que el diseño es tan arte como la pintura o la escultura, en cuanto valoramos su lenguaje y capacidad como disciplina, su habilidad para comunicar, provocar, etc. Ambos pueden ser emotivos, rotundos, innovadores, creativos, etc.
Sin embargo no puedo dejar de considerar la intención con la que son creadas como esa barrera que distancia el diseño del arte.
El Arte de consumo
Celia Ruíz Gómez
Creo que el arte y el diseño son dos caminos bien distintos pero que sin embargo pueden llegar a unificarse y alcanzar el mismo destino. El trabajo del artista está rodeado de ese aura del que tanto se ha hablado, aunque en ocasiones se ponga en entre dicho. El trabajo del diseñador ha estado ligado a un fin comercial y por tanto sujeto a unas limitaciones impuestas al propio diseñador. Esto es algo que vivió en el mundo artístico hace varios siglos, pero que a lo largo de la historia y como consecuencia de la propia evolución del arte, ha ido cambiando hasta conseguir estar libre de toda imposición e incluso ser independiente del propio autor una vez ha sido creado.
¿Quién nos dice que el diseño no vaya a convertirse en algo parecido hasta llegar a ser entendido como la Arquitectura, la Pintura, la Escultura o el Cine? Está claro que el diseño nace como resultado de la necesidad de vender, ya sea un producto comercial o un evento artístico y cultural, siendo un medio muy potente en la sociedad de consumo, que nos guste o no, es lo que caracteriza nuestro tiempo. Pero también es verdad que este carácter consumista se ha convertido en una cualidad no sólo social, sino que también forma parte de algunas obras cuyos creadores son perfectamente reconocidos como artistas por la cultura y la sociedad. Hoy es lo que nos toca, y el arte en consonancia con su tiempo, bebe de esa cotidianidad en unos casos y se aleja y la destruye en otros.
Es por eso que el trabajo de los publicistas calan tanto, y también el del diseñador que encontrando tanta demanda busca destacar para conseguir la mejor oferta, siendo la originalidad el mejor medio para obtenerla, algo que también comparte con el artista. Creo que esta vía creativa puede liberar al arte de diseñar de su función comercial, y por tanto hacer del diseño un género independiente al igual que cualquier objeto expuesto en una galería o museo. Creo que sólo es cuestión de tiempo, sobre todo teniendo en cuenta que desde la democratización del arte, todo vale, todo puede tener una multitud de sentidos, siendo este TODO el responsable de la dificultad de definir qué es Arte.
Arte para llevar
Miriam Roig
En épocas pasadas, era el arte el reflejo de sociedades y costumbres, un reflejo del ser humano. Pero desde que en el campo del arte todo vale, es el diseño el que ha cogido el relevo de marco de la sociedad de consumo y de la cultura de masas, convirtiéndose en un ejercicio que trabaja casi exclusivamente en el ámbito de lo simbólico. Nos encontramos con algo que, si no es arte, se le parece mucho.
El arte hace uso de las mismas herramientas que el diseño, con metodologías de trabajo muy similares, ambos son emisores que buscan el mejor canal para comunicarse con el receptor. Nos encontramos con una dualidad de conceptos que parecen estar suficientemente emparentados como para poder enseñarlos como sinónimos. Se puede admitir que arte y diseño comparten una vocación estética, cumpliendo ambos funciones sociales, e inclusive se admite que las posiciones de partida para la realización de una obra de arte y de un objeto de diseño son distintas, pero se considera que el proceso creativo es el mismo. Tanto el artista como el diseñador necesitan conocer toda la problemática relacionada con el proyecto o la obra. Esta información tiene que ser entendida y asimilada para poder, a partir de ella, obtener una solución. Este proceso de asimilación y punto de partida sobre el enfoque del proyecto, que determinará diseño y arte, para el diseñador delimitará su libertad creativa, en cambio no para el artista, que si lo desea puede romper con todos los condicionantes y no está obligado a responder a expectativas de funcionalidad, comunicación, estética, etc. ya que el diseño es una actividad extremadamente racional y despojada de expresiones individuales espontáneas. Realmente entre arte y diseño no hay gran diferencia. Los resultados de ambos son muy similares, pueden ser estéticos o funcionales, innovadores, originales, etc. Ambos tienen a su alcance, en la práctica, las mismas herramientas de trabajo y acceso a los mismos contenidos teóricos; como peso, color, volumen, estudios sociológicos, etc.
Se cree que, posiblemente, la única diferencia que se podría encontrar entre ambos depende de dos factores: el psicológico y el laboral. El artista entiende el arte como necesidad, precisa expresarse al mundo, aunque el mundo no lo entienda, requiere de esa “comunicación”, y el resto de cuestiones que lo rodean son consecuencias secundarias colaterales, como la mitificación de su obra o su persona, o la transacción económica. En cambio, el diseñador realiza su trabajo por un importe determinado, y este factor es primordial para que lleve a cabo su cometido o no. El diseño, a secas, es una pura modalidad o medio de producción, y el arte es un género de la cultura, una alegoría junto a la ciencia o la filosofía, impresa en el ADN humano.
¿Qué mueve el mundo? El dinero ¿Cómo se hace ésto más bonito? A través del arte. Ésto no es nada nuevo como sabemos todos. El arte ha estado gran parte de la historia pluriempleado entre política, religión e intereses económicos. Ahora simplemente se ha creado un sector especializado, a través de multinacionales del marketing y la publicidad, creando gremios, que utilizan los mismos principios del arte, aunque esto no significa que sean artistas ni que lo que hagan sea arte, sino que en muchos casos son estudios de mercado aplicado.
Pero existe una indudable realidad, que es la que provoca tantos laberintos de opiniones. El galimatías viene dado a consecuencia del hermetismo en el que se ha metamorfoseado el arte en los últimos tiempos, probablemente a causa de la globalización y del “todo vale en el arte”, donde el artista ha visto en el campo del diseño una posible salida laboral, no sabemos si más estable pero seguramente más accesible a la que el mundo del arte proporciona. De aquí la evidente deducción de que muchos diseñadores sean artistas, por consiguiente, mucho diseño es arte. Se origina una nueva forma de arte, de ahí la proliferación de bienales y exposiciones donde se presenta como un “nuevo lenguaje expresivo”. Aunque personalmente les pediría que respondiesen a lo siguiente: ¿Haría el diseñador sus proyectos si no obtuviese un beneficio económico? ¿Y el artista sus obras?
Digamos, resumiendo a grandes rasgos, que el arte de nuestro tiempo, a consecuencia de encontrarse encallado en un mar de individualismos, donde todo vale, mástil de una élite superior que crea a espaldas de la sociedad y del público, ha empezado a tomar consciencia de su estancamiento artístico. Cuando ya se es libre y se han roto todas las barreras que se podían romper, sólo queda preocuparse por su supervivencia, y es aquí donde empieza a invadir el campo del diseño. Después de liberarse de toda la represión que sufrió a lo largo de la historia, como ya no tiene nada de que liberarse, vaga sin rumbo dando vueltas en círculos. Y a través del diseño ha encontrado una nueva vía, donde puede dar salida a la creatividad, puede ser trasgresor. Digamos que de forma cíclica, regresa a su origen social a través de las nuevas tecnologías abrazando de nuevo a su “opresor” para, en un futuro no muy lejano, tener algo de lo que poder rebelarse.
La fantasía y la creatividad
Mar Muñoz Rodríguez
Tras leer el texto “Artista y designer” de Bruno Munari me han llamado la atención las palabras claves de la fantasía y la creatividad, para atribuir los procesos mentales operativos por parte del artista y del diseñador.
Entiendo perfectamente el fantasear atribuido al artista, pero pienso que en la primera fase de una metodología proyectual —el paso de la idea hacia el objeto, o la idea corporeizada, mientras se está configurando mentalmente esa forma— físicamente se realiza también fantaseando gráficamente sobre el papel o sobre la pantalla, porque esa es la fase donde “el individuo encargado de ejecutar la metodología proyectual precisa para resolver un proyecto, tal que problema”, se permite la libertad de jugar, de ensamblar ideas gráficas que su propia lógica censura habitualmente, por ser poco serio y alejarse de la practicidad, funcionalidad y productividad.
Es aquí donde encontramos un nexo de unión en los procesos mentales operativos del arte y del diseño. Si la forma sólo respondiese a ajustarse y envolver estética y coherentemente la función, estaríamos hablando de un contexto preciso dentro de la historia del diseño, porque también hay una evolución de la forma y la estética dentro del diseño.
De este modo hoy, la metodología proyectual en sus primeras fases hace hincapié en el brainstorming de grupo y ésto tiene que ver con la respuesta rápida inconsciente y de asociación de ideas, creo que este proceso responde más bien al fantaseo o juego de los conceptos e intenciones y más tarde en un proceso de filtrado se convertirá en posterior creatividad, cuando atendiendo a la razón ajustemos los resultados obtenidos hacia una forma coherente , visual y funcionalmente hablando.
Por tanto, el diseño persigue en momentos proyectuales alejarse de la propia intención, para obtener respuestas puras, y el híbrido entre intención y fantasía se ordene creativamente.
Arte y diseño: ni iguales ni opuestos
Rocío Cassini Gálvez
Hablamos aquí de dos conceptos que pueden ser al mismo tiempo tan iguales, complementarios y opuestos, que es imposible, desde mi punto de vista, unirlos o contraponerlos por completo. ¿Cuál fue el primero en existir? ¿El arte comenzó siendo diseño o el diseño derivó del arte? A lo largo de la historia ambas disciplinas han estado ligadas la una a la otra y se deben entre ellas características compartidas y prestadas.
Recordemos el arte de los ingenieros alemanes, los diseños de la Bauhaus que partieron de la idea de llevar el arte a la sociedad y a la vida diaria, los diseños de Dalí, las Cajas Brillo de Warhol, Mariscal, Chema Madoz, Dalí, el uso de obras de Picasso o Miró para crear logotipos, etc. En todos estos ejemplos hay arte con características del diseño y viceversa, hay diseño que se convierte en arte, artistas-diseñadores y diseñadores-artistas, un sinfín de inclusiones, participaciones e inclusiones de disciplinas y creadores.
Bien es cierto, que si queremos definir ambos conceptos, con el diseño sería fácil, pero el arte… Eso es más complicado. Lo que sí podemos hacer es analizar sus semejanzas y sus diferencias. Ambas disciplinas son creativas, tienen un cierto grado de intuición (más el arte que el diseño), tratan de comunicar y transmitir (ideas en el diseño, también sensaciones y emociones en el arte) que representan con un lenguaje no escrito, principalmente visual. Tanto artista como diseñador aportan parte de sí mismos, su forma de ver y expresarse, su creatividad. El arte goza de total libertad frente a las directrices que rigen el diseño. El artista expresa sus ideas propias mientras que el diseñador comunica ideas ajenas. El diseño procura ser claro y directo, el arte a menudo es confuso y difícil de descifrar.
Por otro lado, a pesar de que el arte es mucho más libre e intuitivo que el diseño, y aparte de algunas creaciones artísticas todavía totalmente espontáneas, lo que es realmente el arte, y más aún el arte contemporáneo, no es así. Las obras de Picasso, Boccioni, Duchamp, Warhol, Mondrian, Cezanne… eran realizadas tras desarrollar mentalmente ideas, realizar en muchos casos un sinfín de bocetos, intensas discusiones y debates entre artistas, todas sus obras en conjunto respondían, en cada caso, a un gran proyecto de transformación representativa, pocas obras eran espontáneas y aisladas. Y en el arte actual, sobre todo aquel que se encuentra dentro de los circuitos institucionales del arte, exigen cada vez más de la elaboración de un complejo proyecto que, tras una investigación teórica y un estudio plástico, acompañados de bocetos, maquetas, definición de fundamentos conceptuales, objetivos y métodos, y una memoria del proceso, concluyan con el producto artístico y expositivo.
Por lo tanto, discrepo bastante en la idea de que el diseño es producto de un complicado proyecto y el arte no, de que el diseñador es más profesional que el artista. Tanto el arte como el diseño pueden ser intuitivos y espontáneos o ser estudiados y complicados. No es tan diferente la forma de crear un producto de diseño a un producto artístico, es diferente lo que transmiten y el punto de vista desde el que lo hacen, como las reglas que usan para ello. Pero incluso tienen una misma intención, son productos creados para influir en el receptor y ser consumidos por el público o cliente.
Desde un punto de vista, tanto empírico como práctico, demasiadas son las similitudes y relaciones análogas de ambas disciplinas, pero mucho es el peso de las diferencias entre ambos conceptos. Por lo tanto, demasiada es la pretensión de compararlos como iguales, de oponerlos completamente, o decir que una de ellas superior que la otra. El diseño participará en el arte, y el arte en el diseño, y la relación entre ambas disciplinas las enriquece a ellas, y nos favorece a nosotros, que disfrutamos de mejores resultados en ambos campos.
La profesión en el Arte y el Diseño
María Diz Rodríguez
Aún en el siglo XXI continuamos sobrevalorando el arte o el mito del artista como genio creador, en general envolvemos de un aura mágica a todo ser que encuentre un reconocimiento social, ya sea artísticamente o generando cualquier otra doctrina que atraiga la atención del gran público. La diferencia más superficial, que podemos adivinar, entre arte y diseño puede ser la misma que en el siglo XIX entre arte y artesanía. Sin embargo, a principios de 1900, casualmente la misma época en la que el diseño comienza a tener más auge, se empiezan a llevar los objetos artesanales, máscaras africanas, de diferentes sociedades de los museos de ciencias a los grandes museos de arte. Podemos entender entonces que arte es todo aquello que suscita el suficiente interés y que además es único. No obstante encontramos en la dicotomía de que el diseño se realiza con un tipo de ejecución en cadena, no existe el objeto único sino la idea única, por lo tanto esta idea sería la susceptible de convertir en arte en un momento dado.
Para que un diseño llegue a ser considerado arte, tiene que superar los mismos escalones que un “trabajo de arte” para ser considerado objeto de arte, la diferencia es que se puede dudar de que un diseño sea bueno o malo, no de su propia naturaleza de diseño, sin embargo un mal trabajo de arte, ya no es considerado como arte. La esfera del arte está envuelta de un misticismo, fabricada para el acceso de unos cuantos afortunados, o beneficiados de un sistema cuya intención principal es hacerse ver, conocemos ejemplos de personas populares de diferentes disciplinas encumbrados en el éxito y la popularidad, que se atreven a realizar trabajos plásticos que automáticamente serán trasladados a la categoría de arte, es más fácil hablar del diseño cuando sólo es diseño. En cambio cuando éste traspasa la barrera de lo artístico entra en el farragoso y discutible mundo de la obra de arte.
Otra gran diferencia impuesta es que hay quienes se aferran a identificar el objeto artístico como algo fabricado únicamente para la contemplación y el deleite, mientras que se considera al diseño como una necesidad, con una utilidad clara y que refleja la modernidad y evolución de quien lo consume, ya que el arte no está al alcance de cualquier consumidor. Por su parte, mientras no se eduque a las sociedades a consumir y sentirse partícipes del arte como algo necesario, esta diferencia entre arte y cualquier disciplina seguirá estando vigente.
Por otro lado, no está clara la faceta de la preparación del diseñador y el artista, cuando alguien estudia Diseño o Arquitectura, automáticamente serán diseñadores o arquitectos aunque no practiquen su profesión. En cambio el artista sólo es artista si es reconocido por su trabajo, por lo tanto cualquiera podría ser artista aunque no provenga del mundo del arte ni haya estudiado Bellas Artes, sin embargo, no todo el que estudia Bellas Artes es considerado artista. La idea existente de que el artista es un genio y el arte no es sino el placer de unos cuantos a plasmar lo que sus sentidos le piden, lleva a no entender la creación de arte como profesión, por lo que el “artista” que no pueda sobrevivir de su actividad creativa tendrá que descubrir otras facetas para poder ser un trabajador asalariado al uso.
Se piensa que el arte no es un trabajo, y que no lleva implícito un estudio y una experiencia previos. Del mismo modo que el diseño, el arte hay que trabajarlo y estudiarlo, y desde luego esta es una actividad tan consciente como la primera, o es que La Catedral de Rouen según Monet no es un estudio de luz y tiempo, o los trabajos de Cindy Sherman no llevan implícitos el estudio de la propia personalidad y trasformación humana. Aunque un artista de pronto cree una obra inmediata, esta creación se deberá a la experiencia acarreada a lo largo de su vida artística, exactamente igual que un diseñador, ambos buscan obras interactivas, que tengan que ver con la actualidad, explicar una idea con una imagen, comunicarse con el mundo exterior a través de sus trabajos. Querer separar las actividades creativas es un error también por parte de los propios creadores que luchan por subir los escalones que conducen a la misma meta, la caracterización de sus trabajos como objeto de arte.
_ Fotografías: SGG
1. Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Málaga.
2. BALDASSARI, A. “Du comerse des signes”, en Art & Publicidad 1890-1990, Centre Pompidou, Paris 1990, p. 34.
3. GARCÍA GARRIDO, S. “Arte & Publicidad: el diseño gráfico”, en GARCÍA LÓPEZ, M.-RUIZ DEL OLMO, J. Nuevas Tecnologías, Nuevos Medios. SPICUM, Málaga 1997, pp. 115-137.
4. Publicado originariamente en un librito denominado Artista y designer, por la editorial Fernando Torres en Valencia 1974; y posteriormente recogido por Anna Calvera en el libro que citamos a continuación.
5. CALVERA, A. (ed.), Arte¿?Diseño. Nuevos capítulos en una polémica que viene de lejos, Gustavo Gili, Barcelona 2003.
6. CALVERA, A. (ed.), De lo bello de las cosas. Materiales para una estética del diseño, Gustavo Gili, Barcelona 2007.
7. Esta cruzada contra la relación arte y diseño son un grupo muy cohesionado y activista contra todo aquel que opine diferente, excusados en un supuesto vínculo con la escuela suiza, de la que se consideran herederos. Esta superficial y falsa afinidad —impuestas a todo el que quiera publicar en su revista digital—, no son realmente las ideas en su contexto que se corresponden con esos grandes maestros dedicados simplemente a buscar la excelencia en un duro y constante trabajo profesional, que desde esa visión cerrada desvirtúa esta escuela en el importante papel que tuvo y mantiene en el diseño posterior. Se entiende menos aún este rechazo cuando las bases de esta escuela están en el concepto bauhausiano, desarrollado por un profesorado y unos verdaderos investigadores del lenguaje y metodología creativa del diseño, que eran en buena parte reconocidos artistas, cuyas diferentes actividades lejos de entrar en conflicto compartieron una interesante simbiosis.
8. Oliveras, E. Estética. La cuestión del arte, p. 306.
9. Op. cit. p. 308.
10. Munari, B. “Artista y designer”, en CALVERA, A. (ed.) Arte¿?Diseño. Nuevos capítulos en una polémica que viene de lejos, Gustavo Gili, Barcelona 2003, p. 33.
11. Opinión del artista plástico Ignacio Rodríguez Srabonian, respecto al artículo “Los medios digitales”, en http://www.santiagocurci.blogspot.com/
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